Ir al contenido principal

La culpa

"No man treats a motorcar as foolishly as he treats another human being. When the car will not go, he does not attribute its annoying behaviour to sin; he does not say, "You are a wicked motorcar, and I shal not give you any more petrol until you go." He attempts to find out what is wrong and to set it right.
Extracto de "Has Religion Made Useful Contributions to Civilization?" De Bertrand Russell

Con frecuencia al hablar me refiero a "la culpa católica".  Habiendo estudiado en un colegio de monjas, tengo muy claro el concepto. Va acompañado de esa sensación de que alguien siempre nos está mirando por encima del hombro, pendiente de qué hacemos para condenarnos por ello. Para mi esa culpa viene con frecuencia cuando paso mucho tiempo sin hacer "algo productivo". Soy una trabajólica declarada, como bien lo saben todos los que están cerca a mi.

Por eso, estos días que por motivos médicos se me obligó al descanso, siento esa culpa constante, como que el mundo se va a caer porque estoy pegada a Netflix. Pero ha sido interesante, porque voy en la tercera temporada de la serie "The Killing" y te tenido oportunidad de reflexionar muchas cosas.

La serie. basada en una europea, tiene personajes muy complejos, imperfectos y llenos de contradicciones. Ese tipo de personas que son un desastre, pero que cuando uno empieza a conocer, termina queriendo mucho.

Linden y Holder, los detectives principales de la serie, tienen una gran dificultad para expresar afecto, a pesar de querer profundamente a otros; pasan buena parte del tiempo con esa culpa, por haber herido a quienes querían. No logran grandeza cuando alguien les hace una crítica, pero tienen una tenacidad más allá de cualquier umbral normal. Tienen esa conciencia de que no pueden hacerlo mejor, que hacen lo que pueden, y aún así no es suficiente.

Y luego las familias y los amigos de las víctimas de los asesinatos que investigan, ahogados en la culpa de lo que no hicieron o dijeron a quienes querían. El peso de la culpa por los secretos, las mentiras y los actos más oscuros cometidos en nombre de causas que consideran nobles.

Al final, todos pasamos mucho tiempo en la condena de la culpa, por lo dicho, lo no dicho, por la intención, la acción o la falta de ella. La culpa, realmente, nos acompaña. No se si es realmente esa culpa judeo-cristiana que cubre todo el mundo occidental, o sólo parte de la condición humana.

Fácil es decir que para librarse de la culpa hay que evitar las palabras y los actos que luego nos hacen sentir culpables. Noble intención, que desconoce que frecuentemente esas palabras y actos son lo mejor que logramos hacer y ser, en medio de nuestra personal imperfección.

¿Cómo puede entonces uno librarse de la culpa? Siempre me ha llamado la atención la gente que no siente culpa, supongo que en algunos casos son personas centradas que tienen un autoestima sana y son capaces de notar que han hecho lo mejor que han podido, y pueden dejar ir esos eventos sin causar más daño a sí mismos. Conozco casos así y son personas que admiro mucho, pero otros sin duda, son sólo inmaduros, inconscientes o simplemente con algún grado de sociopatía. El resto, solo dormimos con la culpa y se nos nota aquí y allá sin siquiera darnos cuenta.

Se que terminar de ver las 4 temporadas de The Killing no va a resolver la inquietud de cómo librarse de la culpa, ni aquietará mi mente en tratar de entender cómo funciona la culpa para otros. Pero me alegra cuestionarlo, porque me hace más consciente de ella y su influencia en mis actos. Entender la culpa, es una forma de aprender a perdonar a otros (por las culpas que cargan por lo que me han dicho o hecho).



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Ahhh, los verdes (catarsis antes de dejar de hablar de la "ola verde")

Si, yo voté por Antanas Mockus en la consulta, luego en primera y en segunda vuelta. Pero no soy verde, no creo en la "ola verde" y no haré parte del Partido Verde Colombiano. Prefiero seguir participando como siempre lo he hecho, y votar con conciencia por quien me de la gana, como siempre lo he hecho. Cuando me refiero a los verdes, no me refiero a los verdaderos ecologistas, con quienes tengo una profunda afinidad (con orgullo puedo decir de mi que soy un tree hugger ). Tampoco al color verde, que como saben muchos es el color corporativo de mi empresa y por el que tengo un especial afecto. Siempre que despectivamente me refiero a los verdes, me refiero a ese numeroso grupo de seguidores de Antanas Mockus y del recientemente repotenciado Partido Verde Colombiano. No me refiero a todos, sino a ese grupo casi fanático que repite lemas y frases sin cuestionarlas (algo que estoy segura, molestaría mucho a Antanas Mockus si su ego le permitiera realmente leer lo que sus segui

Richard Corey y Mending Wall

Cuando estaba en el colegio, pasaba mucho más tiempo del debido, leyendo poesía norteamericana. En días como hoy, suelo recordar algunos de esos poemas. Aquí les comparto dos de ellos, que aún me acompañan: Richard Corey Edwin Arlington Robinson. 1869–1935 WHENEVER Richard Cory went down town, We people on the pavement looked at him: He was a gentleman from sole to crown,   Clean favored, and imperially slim. And he was always quietly arrayed, And he was always human when he talked But still he fluttered pulses when he said, "Good-morning," and he glittered when he walked. And he was rich—yes, richer than a king, And admirably schooled in every grace: In fine, we thought that he was everything To make us wish that we were in his place. So on we worked, and waited for the light, And went without the meat, and cursed the bread; And Richard Cory, one calm summer night, Went home and put a bullet through his head. Mending Wall Robert Frost 1874-1963 Someth

La soledad tiene muchas formas

Hay soledad de esa que es fría, impersonal. Usual en los sitios llenos de personas que hablan de cosas que realmente no les importa pero que lo prefieren al silencio.  Hay soledad calida, la de tener espacio para oír los propios pensamientos, sentir cada pequeña cosa, como el rayo de sol que se asoma y toca un poco el brazo.  Hay soledad que parece casi musical, en que ve uno todo más claro y puede ver cómo cada intención se relaciona con otra, y cómo hay personas que dicen todo lo correcto pero no lo sienten realmente. Hay soledad obsesiva, esa que se centra en una sola cosa, idea, lugar, persona que no está presente. La soledad de sentir una profunda carencia sin darse cuenta de todo lo que sí está presente. Está la soledad miserable, que no es otra cosa que sentirse menos y por eso, necesitar mezclarse con eso que sentimos menos.   La soledad tiene muchas formas, y cambia constantemente. Como una columna de humo que se mueve caprichosamente con el viento. Photo credit: Oscar F. Hevi