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Muy poco dinero para dar la pelea

Esa fue la conclusión y la decisión. Me acogí a los descuentos y terminé pagando medio parte después de reírme media hora en el curso pedagógico.

En el Súper Cade de movilidad en Bogotá, está perfectamente organizado el proceso de apelar un parte. Vas, te regañan y sales en menos de veinte minutos. Sólo hay que llevar una fotocopia del parte y otra de la cédula.

Por turnos, lo atiende a uno un abogado, que en mi caso fue una abogada. Ella me preguntó, qué había pasado y porqué estaba ahí, yo conté mi historia. Me preguntó, "¿pero usted se pasó el semáforo?" Yo le expliqué que esperé a que pasara la gente (nadie estuvo nunca en peligro) pero si, me había cruzado.
Ella responde que no puede ayudarme, porque nada justifica el pasarse el semáforo. Me explica que las escoltas no tienen ninguna autoridad, la responsabilidad sigue siendo mía y me contó las historias de escoltas del día. Aparentemente, es un caso frecuente, que los escoltas creen que pueden infringir las normas de tránsito, y les recuerdan con partes que no es así. Con orgullo genérico me contó además que ahora en la zona T de Bogotá hay un escuadrón de mujeres policias que son las encargadas de poner en cintura a los escoltas porque los hombres nunca fueron efectivos en eso. Me contó también que en ese día ya había atendido 2 casos de escoltas del DAS que habrían tenido que pagar la multa y que en el último mes habían tenido incidentes con una Senadora del Partido de la U (dijo así, pero no me dío el nombre, jaja), quien también había ido a gritar al Super Cade, sin lograr que le quitaran la multa.


La abogada me dice que el código de tránsito es explícito, sólo la autoridad de tránsito puede desviar el tráfico. Yo insistí, "pero en carretera el ejército hace las veces de policía de tránsito, entonces porque aquí no aplica." "Porque en Bogotá si existe autoridad de tránsito, será así en cualquier zona urbana. Sólo ante la ausencia de autoridad de tránsito aplicaría que el ejército pueda tener esa autoridad.", me dijo.

Puesto que mi teoría (explicada en el post anterior) era que el parte me lo pusieron porque el militar peleó y que de tener la oportunidad el agente me habría perdonado, le indiqué que pensaba que el agente apoyaría mi caso. "Bueno, hablemos con el agente a ver qué opina", y fue en busca de un teléfono para llamarlo. Yo me levanté a buscar a mi compañero de parte, quien estaba siendo atendido en otro cubículo. Le indiqué que ya se estaban comunicando con el agente. La abogada que atendía a mi compañero me preguntó en qué cubículo estaba y se fue a hablar también con el agente.

Las dos abogadas volvieron con cara larga, cada una a su cubículo. "El agente no rectificaría, el sostiene el parte y puesto que ustedes no tienen prueba alguna más que su palabra, y que el agente insiste que él no vió la escolta, esto es un caso perdido. Si quiere hacer el papeleo, lo hacemos, pero al perder tendrá que pagar la totalidad de la multa, doscientos cincuenta mil pesos. Si lo acepta y se acoge a los descuentos, pagaría solo la mitad haciendo el curso pedagógico".

Me levanté y fuí hasta el cubículo de mi compañero de parte. "¿Qué hacemos?" A él, su abogada le había dicho lo mismo que a mi, y le había planteado las mismas opciones. "Pues paguemos", me dice, "Esto parece perdido." "Si, también lo veo perdido". "Pero, quiero ver que pasó con el militar", me dice. Y le pidió a la abogada que revisara los partes anterior y siguiente a ver si le habían puesto el parte o habían arreglado algo. Constatamos que no sólo le pusieron el mismo parte que a nosotros, sino que le pusieron uno segundo por manejar sin pase. No inmobilizaron el carro, pero la abogada nos explicó que en caso de inmobilización por el tema del parte, el dueño del carro tiene 40 minutos para que se presente alguien con pase a recogerlo y evitar la inmobilización. (eso tampoco lo sabía).

No fue un alivio, pero al menos no nos sentimos tan mal, de ver que al militar le fue peor. Nos fuimos entonces a ver donde se hacía el famoso curso pedagógico, requerido para poder tomar el descuento. Cómo ya la cosa estaba perdida y resignados a perder media hora más de vida, nos dedicamos a burlarnos de todo lo que pudimos y pasar un buen rato. El curso pedagógico resultó un fiasco, como era de esperarse, pues escencialmente se centró en explicarnos como la infracción de manejar borracho termina costando más de 2 millones de pesos. (Fue efectivo, porque ayer 24 de diciembre no me tomé mi media cerveza. Confieso ser una persona simple a quien le duele más el bolsillo que otra cosa)

Así termina la historia, con la total conciencia de que no conozco el código de tránsito y que los escoltas tiene mucho huevo. Al día siguiente tomé esta foto, en la carrera séptima con 116, donde una escolta está deteniendo el tráfico de esta vía principal. ¿Quién le va a decir al personaje que él no tiene autoridad de hacer eso?

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