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Nacer en el tercer mundo

Tuve oportunidad de ver a Tom Tom Crew en su presentación del Festival de Teatro, en la noche de ayer. A pesar de todos los problemas propios de un evento en Bogotá (logística regular y muchas personas tratando de colarse en la fila del parqueadero a las malas), logramos parquear y entrar la segunda mitad del show.

El show es una combinación de Jazz, acrobacias y algo de humor. (Aquí una muestra.)

Durante buena parte del tiempo, mientras sonreía viendo el espectáculo, pensaba en las personas que hacen acrobacias en los semaforos de Usaquén. Los he visto en la 127 con 7ma, en la 116 con 7ma y en la 116 con 9na. Algunos son muy buenos, en capacidad tienen poco que envidiarle a estos australianos. No podía dejar de pensar en cuan triste era que estos acróbatas no pudieran estar presentes en el evento en que yo estaba, exponiendose a nuevos elementos que incorporar a su show. Pero más pensaba, en que estos buenos acróbatas hacen su mejor espectáculo en un semáforo, y no recorriendo el mundo como Tom Tom Crew.

Estos dos elementos, no tener acceso a la cultura y no tener oportunidades para desarrollar el talento propio, son solo dos de las condenas de nacer pobre en un país del tercer mundo. Y es algo tan normal que los mismos organizadores del Festival asumen que los asistentes a eventos hablan perfecto inglés y no se molestan en que existan traducciones. (a pesar de las estadísticas de bilinguismo en que se habla de que menos del 17% de los profesionales habla inglés)

Tanto hay aún por hacer en este pequeño país del tercer mundo. Tanto.

Comentarios

  1. Se me ocurre que ustedes pagaron porque querían ver el espectáculo, mientras que en un semáforo es un servicio no solicitado, puesto ahí lo quieras ver o no. Eso cambia completamente la valoración que se le da al servicio, independientemente de que los locales sean tan buenos o mejores que los extranjeros.
    Obviamente que sean pobres no ayuda mucho como oportunamente señalas.

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