Ir al contenido principal

Lo que me habría gustado

Tuve síntomas de depresión por décadas, sin realmente saber qué me pasaba. Tengo la gran fortuna de que los medicamentos que me han dado, logran controlar los síntomas y hoy me siento muy bien. Hace ya años que me siento bien cada mañana cuando me despierto. Tengo días malos, tengo algunos meses malos cuando la vida me reta, pero en general, la depresión ha dejado de ser una carga y es más bien un recuerdo lejano. Como un pariente pesado que te toca ver de cuando en cuando y con el que mantengo una distante pero cordial relación.

Tal vez porque nos queda mucho tiempo libre con este encierro del Corona Virus, he recordado eventos en que, en esos años de síntomas, interactuaba con personas que en su gran mayoría no fueron muy amables. La depresión es una enfermedad compleja, y causa, entre muchas cosas, una distorsión de la realidad. La baja autoestima, el ver todo negro (o al menos muy gris), es parte del día a día. Le cuesta a uno sonreir, no quejarse de una realidad dificil, o sentirse infinitamente solo. Es frecuente, que ante la falta de tratamiento, las personas con depresión beben mucho. Yo no era la exepción. Tal vez lo distinto es que el trabajo intelectual me mantenía ocupada, y estudiar, y luego trabajar, me resultaba conveniente. Pasaba muchas horas estudiando y trabajando, y me iba muy bien con ello, me daba un poco de paz, así que mi depresión era "funcional". 

Algo que recuerdo muy vividamente, es que sentirse completamente sola no era solo una sensación, era una realidad. No es uno especialmente divertido, cuando está en medio de una crisis de depresión. En el mejor de los casos, las personas empiezan a uno a evitarlo. Lo usual, es que lo evitan a uno, después de haber sido muy duros o crueles. He oído tantas veces que "soy inmamable", que empecé a creermelo, y en ese entonces, era casi inevitable. Ni trataba de ser sociable, o divertida, o simpática.

Pienso, bueno, ¿qué habría pasado si alguien a mi alredor, familia, amigos, algún profesor, alguien, hubiera tenido mas educación sobre salud mental y hubiera notado que mis síntomas eran sólo el resultado de un desequilibrio químico que se podía tratar? ¿Si en vez de cada comentario duro alguien me hubiera guiado a cómo cambiar los comportamientos que tanto daño me hacían y sobre los que en realidad, no tenía mucho control?

Tal vez por eso, ante una persona con alguna enfermedad mental, soy excesivamente amable. Me veo a mi misma en mis peores momentos, y pienso, bueno, cuando estaba así, cómo me habría gustado que me trataran. Lo que más falta me hacía, era sentirme apreciada. Que alguien me dijera, no estas sola, aquí estoy. No importa que hoy no puedas hablar, que hoy no tengas animo para hablar, aquí estoy. Cuanto habría agradecido, que alguna persona se quedara cerca aunque me estuviera quejando. Porque, hay días en que lo único que ve es todo negro, y sólo tiene uno energía para decir, ¡me estoy ahogando!

Si pueden, hoy, tomense un minuto para mandar un mensaje a ese alguien que se queja, y ve todo negro, y diganle. Aquí estoy. Ser amable es grátis.




"Today was a Difficult Day," said Pooh.

There was a pause.

"Do you want to talk about it?" asked Piglet.

"No," said Pooh after a bit. "No, I don't think I do."

"That's okay," said Piglet, and he came and sat beside his friend.

"What are you doing?" asked Pooh.

"Nothing, really," said Piglet. "Only, I know what Difficult Days are like. I quite often don't feel like talking about it on my Difficult Days either.

"But goodness," continued Piglet, "Difficult Days are so much easier when you know you've got someone there for you. And I'll always be here for you, Pooh."

And as Pooh sat there, working through in his head his Difficult Day, while the solid, reliable Piglet sat next to him quietly, swinging his little legs...he thought that his best friend had never been more right."

A.A. Milne

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Ahhh, los verdes (catarsis antes de dejar de hablar de la "ola verde")

Si, yo voté por Antanas Mockus en la consulta, luego en primera y en segunda vuelta. Pero no soy verde, no creo en la "ola verde" y no haré parte del Partido Verde Colombiano. Prefiero seguir participando como siempre lo he hecho, y votar con conciencia por quien me de la gana, como siempre lo he hecho. Cuando me refiero a los verdes, no me refiero a los verdaderos ecologistas, con quienes tengo una profunda afinidad (con orgullo puedo decir de mi que soy un tree hugger ). Tampoco al color verde, que como saben muchos es el color corporativo de mi empresa y por el que tengo un especial afecto. Siempre que despectivamente me refiero a los verdes, me refiero a ese numeroso grupo de seguidores de Antanas Mockus y del recientemente repotenciado Partido Verde Colombiano. No me refiero a todos, sino a ese grupo casi fanático que repite lemas y frases sin cuestionarlas (algo que estoy segura, molestaría mucho a Antanas Mockus si su ego le permitiera realmente leer lo que sus segui

Richard Corey y Mending Wall

Cuando estaba en el colegio, pasaba mucho más tiempo del debido, leyendo poesía norteamericana. En días como hoy, suelo recordar algunos de esos poemas. Aquí les comparto dos de ellos, que aún me acompañan: Richard Corey Edwin Arlington Robinson. 1869–1935 WHENEVER Richard Cory went down town, We people on the pavement looked at him: He was a gentleman from sole to crown,   Clean favored, and imperially slim. And he was always quietly arrayed, And he was always human when he talked But still he fluttered pulses when he said, "Good-morning," and he glittered when he walked. And he was rich—yes, richer than a king, And admirably schooled in every grace: In fine, we thought that he was everything To make us wish that we were in his place. So on we worked, and waited for the light, And went without the meat, and cursed the bread; And Richard Cory, one calm summer night, Went home and put a bullet through his head. Mending Wall Robert Frost 1874-1963 Someth

Las interrupciones

Desde hace más o menos una semana, no contesto mi celular. Cuando sueña, salta, timbra, solo lo dejo sonar, saltar y timbrar. Dejé de contestar porque sentía que si atendía cada solicitud, la productividad de mi día sería muy baja, si es que lograba producir algo en el día. Y porque el nivel de interupciones se ha incrementado muchísimo en mi día a día, al punto de que es imanejable. Literatura sobre el efecto negativo de las interrupciones, hay montones. Una muestra aquí, en un enlace de busqueda en google  https://www.google.com.co/search?q=interrupcion+en+el+trabajo&oq=interrupcion&aqs=chrome.1.69i57j35i39j0l4.6152j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8   En inglés, el volúmen de literatura mostrando lo negativo de las interrupiciones es mucho mayor. He leído muchas veces que tras una interrupción, el cerebro toma entre 15 y 30 minutos en volver a concentrarse y lograr un estado productivo. Curiosamente, las personas no parecen notar que preguntarte si te pueden interrum