Este fin de semana, he pensado mucho en el propósito de la vida. Supongo que es un pensamiento que llega a todos con la edad.
Recordé que desde que era niña repetía que el propósito de la vida era aprender. Esto está ligado a mi profunda creencia de la reencarnación (que me es muy natural desde la niñez) y el creer que uno tiene varias oportunidades, todas las que necesite, hasta hacer las cosas como quiere. Creo que es uno mismo quien elige cómo será su vida y que deja una especie de mapa en la carta astral con que nace, y que a partir de esa elección, se presentan lecciones que uno enfrenta de una u otra forma y que representan un avance o retroceso en su propio proceso de aprendizaje. -De niña repetía también que uno carga la cruz que le da la gana cargar- Mi convencimiento de que el propósito de la vida es aprender, habla de un aprendizaje que no es académico, es más esa sabiduría de ser humano. La vida es como un sueño, en el que uno no está plenamente conciente.
Nunca he deseado ser poderosa, o famosa. No soñé nunca con ser reconocida en las calles, o salir en tv. Encuentro mucha libertad en ser desconocida y pasar siempre desapercibida al entrar a cualquier reunión. Tampoco he deseado nunca ser millonaria, tener muchos sirvientes, poseer muchas cosas. En general, mis deseos son bien simples, modestos, poca cosa. Me gustaría poder viajar, y no tener que trabajar para poder dedicarme a estudiar. Pero no me siento miserable por tener que trabajar. Soy una persona simple, supongo.
Como creo que es la propia alma (por darle un nombre) quien elige, diré que en esta ocasión, elegí una vida sencilla, poco dramática, sin tanto dolor. Supongo que para tener tiempo de pensar en estas cosas, e incluso, en poder escribirlas. Pero a veces, se atraviesa el ego, y me pregunto si acaso debería buscar metas más grandes. Hoy mi cuestionamiento es precisamente, en qué consiste la grandeza. ¿Quién es grande? ¿Cómo defino la grandeza, y si quiero o no ser grande?
Con frecuencia, oigo a personas cercanas decir que fulanito/fulanita desperdició su vida porque no tiene hijos. Siempre he encontrado curiosa esa creencia popular de que la maternidad/paternidad define el propósito de la vida. Hasta ahora nunca he tenido el deseo de tener hijos, genuinamente no siento la necesidad de ser madre. Tal vez más adelante tenga ese deseo, pero no lo tengo, y dudo que tener o no tener hijos determinará si desperdicié o no mi vida.
Tal vez la definición de grandeza se da por el resultado de lo que uno hace. Por un breve instante de mi vida desee tener una empresa reconocida, y a pesar de mi propia terquedad, la vida me mostró que ese era para mi un camino errado. Hoy tengo claridad en que no deseo esto para mi, que no me interesa tanto el dinero, y tal vez, me hace falta la vanidad que acompaña ese tipo de éxito. Elijo casi sin pensarlo, la tranquilidad sobre el éxito.
Otro camino que intenté, la academia, requiere de mucha política sucia de la que no estoy segura querer participar y no tengo esa necesidad de tener séquito, algo frecuente entre los profesores. Si bien, me gusta mucho el trabajo académico, no se si la grandeza para mi esté en publicar mucho en un tema específico o dictar clase para un millar de personas. Aunque tal vez encontraría la vida de academia como entretenida, no se si me daría ese sentido de propósito que ando buscando.
He pensado que esa grandeza tiene que ver con la empatía y la capacidad de relacionarse con otros, de realmente ayudarlos. Puedo fácilmente relacionarme con otros, involucrarme en sus propios procesos. Me gusta de mi esa característica, eso que hace que me llame a mi misma activista. Temo, sin embargo, en mi incapacidad de diferenciar el punto sano entre involucrarse y no hacerlo. Tal vez la grandeza se defina para mi hoy en la capacidad de involucrarme en causas nobles sin hacerme daño a mi misma.
Por supuesto, no voy a decidir el propósito de mi vida hoy. Y si lo decido, puedo cambiarlo nuevamente al día siguiente. Duda que alguien encuentre respuesta a su propósito alguna vez, pero bueno, sólo comparto lo que ando pensando.
Recordé que desde que era niña repetía que el propósito de la vida era aprender. Esto está ligado a mi profunda creencia de la reencarnación (que me es muy natural desde la niñez) y el creer que uno tiene varias oportunidades, todas las que necesite, hasta hacer las cosas como quiere. Creo que es uno mismo quien elige cómo será su vida y que deja una especie de mapa en la carta astral con que nace, y que a partir de esa elección, se presentan lecciones que uno enfrenta de una u otra forma y que representan un avance o retroceso en su propio proceso de aprendizaje. -De niña repetía también que uno carga la cruz que le da la gana cargar- Mi convencimiento de que el propósito de la vida es aprender, habla de un aprendizaje que no es académico, es más esa sabiduría de ser humano. La vida es como un sueño, en el que uno no está plenamente conciente.
Nunca he deseado ser poderosa, o famosa. No soñé nunca con ser reconocida en las calles, o salir en tv. Encuentro mucha libertad en ser desconocida y pasar siempre desapercibida al entrar a cualquier reunión. Tampoco he deseado nunca ser millonaria, tener muchos sirvientes, poseer muchas cosas. En general, mis deseos son bien simples, modestos, poca cosa. Me gustaría poder viajar, y no tener que trabajar para poder dedicarme a estudiar. Pero no me siento miserable por tener que trabajar. Soy una persona simple, supongo.
Como creo que es la propia alma (por darle un nombre) quien elige, diré que en esta ocasión, elegí una vida sencilla, poco dramática, sin tanto dolor. Supongo que para tener tiempo de pensar en estas cosas, e incluso, en poder escribirlas. Pero a veces, se atraviesa el ego, y me pregunto si acaso debería buscar metas más grandes. Hoy mi cuestionamiento es precisamente, en qué consiste la grandeza. ¿Quién es grande? ¿Cómo defino la grandeza, y si quiero o no ser grande?
Con frecuencia, oigo a personas cercanas decir que fulanito/fulanita desperdició su vida porque no tiene hijos. Siempre he encontrado curiosa esa creencia popular de que la maternidad/paternidad define el propósito de la vida. Hasta ahora nunca he tenido el deseo de tener hijos, genuinamente no siento la necesidad de ser madre. Tal vez más adelante tenga ese deseo, pero no lo tengo, y dudo que tener o no tener hijos determinará si desperdicié o no mi vida.
Tal vez la definición de grandeza se da por el resultado de lo que uno hace. Por un breve instante de mi vida desee tener una empresa reconocida, y a pesar de mi propia terquedad, la vida me mostró que ese era para mi un camino errado. Hoy tengo claridad en que no deseo esto para mi, que no me interesa tanto el dinero, y tal vez, me hace falta la vanidad que acompaña ese tipo de éxito. Elijo casi sin pensarlo, la tranquilidad sobre el éxito.
Otro camino que intenté, la academia, requiere de mucha política sucia de la que no estoy segura querer participar y no tengo esa necesidad de tener séquito, algo frecuente entre los profesores. Si bien, me gusta mucho el trabajo académico, no se si la grandeza para mi esté en publicar mucho en un tema específico o dictar clase para un millar de personas. Aunque tal vez encontraría la vida de academia como entretenida, no se si me daría ese sentido de propósito que ando buscando.
He pensado que esa grandeza tiene que ver con la empatía y la capacidad de relacionarse con otros, de realmente ayudarlos. Puedo fácilmente relacionarme con otros, involucrarme en sus propios procesos. Me gusta de mi esa característica, eso que hace que me llame a mi misma activista. Temo, sin embargo, en mi incapacidad de diferenciar el punto sano entre involucrarse y no hacerlo. Tal vez la grandeza se defina para mi hoy en la capacidad de involucrarme en causas nobles sin hacerme daño a mi misma.
Por supuesto, no voy a decidir el propósito de mi vida hoy. Y si lo decido, puedo cambiarlo nuevamente al día siguiente. Duda que alguien encuentre respuesta a su propósito alguna vez, pero bueno, sólo comparto lo que ando pensando.
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