Justo bajo uno de los pocos barrios estrato doce de Bogotá y cruzando la séptima de una de las zonas empresariales en que se cotiza el metro cuadrado más caro, tenemos una bellísima casa, parte del centro comercial al que nadie quiere entrar. Los ejemplos de colombianidad vergonzante se encargan de que quien vaya no quiera volver.
Dos ejemplos en la tarde de ayer:
Entrando al parqueadero, tomé la tarjeta para ingresar. Avance un metro, y tuve que parar pues un camión (si, camión) bloqueba la entrada. Estaba perpendicular a mi ruta, bloqueandola completamente en la entrada del parqueadero. Llovía a cantaros, y había ya una fila de cinco carros esperando entrar. Mientras esto pasaba, la barra que sube y baja para permitir el paso vehicular, subio y bajo y yo no me moví ni un centímetro pues el camión continuaba bloqueando la entrada. Mientras esto pasaba, el vigilante encargado de la seguridad al ingreso(y por ello entendemos el que abre los baúles de los carros, no los mira y los cierra mal), no se inmutaba. Cuando el camión finalmente se movió, unos minutos después, el portero se acerca muy molesto. "Ah, por qué no andó, ahora la barra bajó y ahora no puede pasar.", Ni para que me molesto, pensé. -"Si, ya noté que no puedo entrar. Me colabora con la barra?" -"Ah es que yo no la puedo abrir. Me toca llamar a un supervisor". -"Y el supervisor qué hace, para lograr abrir la barra?" -"Ah, pues saca una tarjeta nueva de la máquina y se la da", dijo mientras en el radio llamaba al supervisor. -"Está fácil amigo, entonces pues saquemos una tarjeta nueva".-"No, yo no puedo manipular tarjetas porque me regañan". -"Pero ya hay como 8 carros tratando de entrar, usted tiene ahí gente que no puede entrar, y el problema es muy fácil de solucionar". -"Ah, pues que se esperen". -"Listo amigo, pues yo saco entonces la tarjeta", y abrí la puerta para bajarme. -"No, es que toca esperar al supervisor". Afortunadamente, el supervisor, que en realidad era la niña de la caja del parqueadero ya había llegado, se acercó a la máquina, sacó una nueva tarjeta, me la dió y me solicitó devolver la otra. Finalmente pudimos entrar.
No hubo forma de saber que hacía un camión parado, bloqueando la entrada del parqueadero en una tarde de lluvia.
El segundo curioso incidente, sucedió mientras tomábamos tinto, justo antes de salir del centro comercial. En el café en que estábamos, justo al lado de la entrada del hotel, me pareció curioso el aviso (foto) que indicaba que según la normatividad del centro comercial estaba terminantemente prohibido el consumo de bebidas alcohólicas dentro del centro y por tanto, no se podía consumir licor en la barra del café. Lo curioso es que el aviso estaba justo arriba de las botellas de licor que vendían en el café. El local diagonal a este café, es un bar y no sobra recordar que dentro del centro comercial hay al menos 5 bares más.
Le pregunté a la niña que atendía si ellos vendían licor. Ella me confirmó que si, que se podía tomar cualquier tipo de licor. -"Pero si pido un capuchino con licor entonces no me lo puedo tomar aquí? Es que no entiendo su aviso, ahí dice que no puedo consumir licor aquí". -"Ah, no, si puede. Lo que no pude es como tomar cerveza o licores fuertes." El local diagonal, a pocos metros, tiene una gran nevera llena de cerveza, entre otros licores fuertes exhibidos. -"No entiendo, ¿eso no es licor igual?" -"Ah es que eso va entre el café y pues con un traguito no se emborracha." -"Con una cerveza tampoco, le contesté". En ese momento, la niña se volteo y se negó a hablarme nuevamente. Tuve que pedirle la cuenta a alguien más. Sólo otro ejemplo de las normas idiotas que nadie cumple.
P.D. Acepto que el segundo incidente fue provocado por mis ganas de fregar a la gente cuando la veo haciendo carajadas, pero no cambia el hecho de que es una estupidez completa la norma y el manejo de la norma.
Dos ejemplos en la tarde de ayer:
Entrando al parqueadero, tomé la tarjeta para ingresar. Avance un metro, y tuve que parar pues un camión (si, camión) bloqueba la entrada. Estaba perpendicular a mi ruta, bloqueandola completamente en la entrada del parqueadero. Llovía a cantaros, y había ya una fila de cinco carros esperando entrar. Mientras esto pasaba, la barra que sube y baja para permitir el paso vehicular, subio y bajo y yo no me moví ni un centímetro pues el camión continuaba bloqueando la entrada. Mientras esto pasaba, el vigilante encargado de la seguridad al ingreso(y por ello entendemos el que abre los baúles de los carros, no los mira y los cierra mal), no se inmutaba. Cuando el camión finalmente se movió, unos minutos después, el portero se acerca muy molesto. "Ah, por qué no andó, ahora la barra bajó y ahora no puede pasar.", Ni para que me molesto, pensé. -"Si, ya noté que no puedo entrar. Me colabora con la barra?" -"Ah es que yo no la puedo abrir. Me toca llamar a un supervisor". -"Y el supervisor qué hace, para lograr abrir la barra?" -"Ah, pues saca una tarjeta nueva de la máquina y se la da", dijo mientras en el radio llamaba al supervisor. -"Está fácil amigo, entonces pues saquemos una tarjeta nueva".-"No, yo no puedo manipular tarjetas porque me regañan". -"Pero ya hay como 8 carros tratando de entrar, usted tiene ahí gente que no puede entrar, y el problema es muy fácil de solucionar". -"Ah, pues que se esperen". -"Listo amigo, pues yo saco entonces la tarjeta", y abrí la puerta para bajarme. -"No, es que toca esperar al supervisor". Afortunadamente, el supervisor, que en realidad era la niña de la caja del parqueadero ya había llegado, se acercó a la máquina, sacó una nueva tarjeta, me la dió y me solicitó devolver la otra. Finalmente pudimos entrar.
No hubo forma de saber que hacía un camión parado, bloqueando la entrada del parqueadero en una tarde de lluvia.
El segundo curioso incidente, sucedió mientras tomábamos tinto, justo antes de salir del centro comercial. En el café en que estábamos, justo al lado de la entrada del hotel, me pareció curioso el aviso (foto) que indicaba que según la normatividad del centro comercial estaba terminantemente prohibido el consumo de bebidas alcohólicas dentro del centro y por tanto, no se podía consumir licor en la barra del café. Lo curioso es que el aviso estaba justo arriba de las botellas de licor que vendían en el café. El local diagonal a este café, es un bar y no sobra recordar que dentro del centro comercial hay al menos 5 bares más.
Le pregunté a la niña que atendía si ellos vendían licor. Ella me confirmó que si, que se podía tomar cualquier tipo de licor. -"Pero si pido un capuchino con licor entonces no me lo puedo tomar aquí? Es que no entiendo su aviso, ahí dice que no puedo consumir licor aquí". -"Ah, no, si puede. Lo que no pude es como tomar cerveza o licores fuertes." El local diagonal, a pocos metros, tiene una gran nevera llena de cerveza, entre otros licores fuertes exhibidos. -"No entiendo, ¿eso no es licor igual?" -"Ah es que eso va entre el café y pues con un traguito no se emborracha." -"Con una cerveza tampoco, le contesté". En ese momento, la niña se volteo y se negó a hablarme nuevamente. Tuve que pedirle la cuenta a alguien más. Sólo otro ejemplo de las normas idiotas que nadie cumple.
P.D. Acepto que el segundo incidente fue provocado por mis ganas de fregar a la gente cuando la veo haciendo carajadas, pero no cambia el hecho de que es una estupidez completa la norma y el manejo de la norma.
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