En general, aunque tomar antidepresivos ayuda mucho a alguien con depresión, los efectos secundarios del medicamento no son deseables. Por eso, lo usual es que el medicamento se toma por un tiempo determinado, mientras el paciente está en alguna crisis o lo requiere, y luego se deja de tomar.
El proceso, que ya me es conocido, no deja de ser complejo. En particular, porque los antidepresivos disfrazan las emociones, con la medicación no se siente uno triste, ofendido, dolido. Los sentimientos negativos no están presentes, aunque estén justificados. Y esto afecta las relaciones personales. La imposibilidad de sentirse ofendido o dolido, en mi caso, evita que note situaciones de abuso o de injusticias. Cuando dejo de tomar los antidepresivos, estas situaciones se hacen muy evidentes y es difícil manejarlo con las personas involucradas. ¿Cómo es que ahora te ofende algo que está pasando hace meses y antes no te generaba reacción alguna? ¿Cómo puedes explicar a alguien, que no tiene conocimiento de esta situación del medicamento, que ahora una situación no es aceptable aunque antes aparentemente si lo era?
Hay un poema de Robert Frost, que recuerdo con frecuencia: Mending Wall, se llama. La traducción al español que encontré, no se si es la mejor, pero les da una idea del poema. Un buen muro hace buenos vecinos. Tan odioso como parece, en realidad es sano. El límite sano entre las relaciones, puede ser odioso, pero es necesario.
A pesar de que quiera uno ser siempre generoso, amable, siempre dar un poco más, esto deja de ser sostenible cuando personalmente, no tiene uno mucho más que dar. En un punto, ponerse a uno mismo primero no es egoismo, sino ser responsable con uno mismo.
Hoy, querría poder continuar siendo generosa, pero tengo que dejar de hacerlo. Porque ya no tengo opciones, y tengo que asumir mis responsabilidades. Sería mucho más fácil seguir tomando antidepresivos, y evitar todos estos sentimientos negativos. Pero, al final, eso tampoco resuelve nada. La vida es dura, dice un amigo. ¡Y qué más vas a hacer!
El proceso, que ya me es conocido, no deja de ser complejo. En particular, porque los antidepresivos disfrazan las emociones, con la medicación no se siente uno triste, ofendido, dolido. Los sentimientos negativos no están presentes, aunque estén justificados. Y esto afecta las relaciones personales. La imposibilidad de sentirse ofendido o dolido, en mi caso, evita que note situaciones de abuso o de injusticias. Cuando dejo de tomar los antidepresivos, estas situaciones se hacen muy evidentes y es difícil manejarlo con las personas involucradas. ¿Cómo es que ahora te ofende algo que está pasando hace meses y antes no te generaba reacción alguna? ¿Cómo puedes explicar a alguien, que no tiene conocimiento de esta situación del medicamento, que ahora una situación no es aceptable aunque antes aparentemente si lo era?
Hay un poema de Robert Frost, que recuerdo con frecuencia: Mending Wall, se llama. La traducción al español que encontré, no se si es la mejor, pero les da una idea del poema. Un buen muro hace buenos vecinos. Tan odioso como parece, en realidad es sano. El límite sano entre las relaciones, puede ser odioso, pero es necesario.
A pesar de que quiera uno ser siempre generoso, amable, siempre dar un poco más, esto deja de ser sostenible cuando personalmente, no tiene uno mucho más que dar. En un punto, ponerse a uno mismo primero no es egoismo, sino ser responsable con uno mismo.
Hoy, querría poder continuar siendo generosa, pero tengo que dejar de hacerlo. Porque ya no tengo opciones, y tengo que asumir mis responsabilidades. Sería mucho más fácil seguir tomando antidepresivos, y evitar todos estos sentimientos negativos. Pero, al final, eso tampoco resuelve nada. La vida es dura, dice un amigo. ¡Y qué más vas a hacer!
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