Pues ya prácticamente clasifico a cuarentona, y la rebeldía adolescente ahora tiene la etiqueta de crisis de la edad media. Aún me tienen que explicar las normas sociales (me siento un poco como Sheldon cada día) y esas horas de madrugada en que estoy despierta pero el resto del mundo no, siguen estando llenas de preguntas existenciales que no me importan sino a mi. Cosas como si la realidad que uno percibe realmente es real, o si la empatía que se tiene por otras personas es solo empatía o realmente tiene consigo vínculos de vidas anteriores o el ser un sólo espíritu en la rueda del samsara. Luego en el horario laboral, estoy obsesionada con la eficiencia y la solución práctica a cada problema de ingeniería que encuentro y me olvido completamente de las preguntas existenciales. Y me paso el día alternando entre lo práctico y lo completamente etéreo, de ver patrones en unos datos para definir un modelo predictivo y luego deprimirme profundamente por la maldad humana.
En conclusión, han pasado 22 años y sigo siendo la misma persona que era a los 16, sólo que un poco más canosa, con un poco más de perspectiva y menos tolerancia al alcohol.
Recordé esto hace poco, porque con gran emoción encontré en Amazon una versión reciente de un libro que conocí de adolescente, y por supuesto lo compré: "The Oxford Book of American Poetry". Tenía 16 años cuando con este libro descubrí a Henry Wadsworth Longfellow, Edwin Arlngton Robinson, Walt Wiltman. En la biblioteca de mi colegio estaba este libro, grueso, viejo, de pasta roja, abandonado. (Desde esa época tengo esa costumbre de entrar a las bibliotecas a revisar los estantes y ver que me llama la atención, que se quiere ir conmigo para mi casa.) Ese libro rojo estuvo conmigo más de un año, porque nadie más quería llevarlo, y yo renovaba y renovaba el préstamo.
Y el libro encontró la forma de volver a mi, después de tantos años. Para recordarme lo que pensaba y lo que era, y lo que quería hace tanto tanto tiempo. Años después, leo "Mending Wall" de Robert Frost y sigo viendo lo mismo que veía cuando era adolescente, y entiendo que la vida es en esencia la misma en cada década en que uno está. La vida es definir quien uno quiere ser con cada decisión que se toma en el día, es el lograr ganarse un espacio en el mundo con cada persona que uno se encuentra, es la lucha con uno mismo por dejar obra, esa lucha que se libra en silencio. No importa la edad que uno tiene, lo que hace, la posición que tiene: el día a día es tratar de ser humano, una tarea que duele un poco pero que es por lo que nos levantamos cada mañana.
Bueno, solo por completar el post, aquí está "Mending Wall".
En conclusión, han pasado 22 años y sigo siendo la misma persona que era a los 16, sólo que un poco más canosa, con un poco más de perspectiva y menos tolerancia al alcohol.
Recordé esto hace poco, porque con gran emoción encontré en Amazon una versión reciente de un libro que conocí de adolescente, y por supuesto lo compré: "The Oxford Book of American Poetry". Tenía 16 años cuando con este libro descubrí a Henry Wadsworth Longfellow, Edwin Arlngton Robinson, Walt Wiltman. En la biblioteca de mi colegio estaba este libro, grueso, viejo, de pasta roja, abandonado. (Desde esa época tengo esa costumbre de entrar a las bibliotecas a revisar los estantes y ver que me llama la atención, que se quiere ir conmigo para mi casa.) Ese libro rojo estuvo conmigo más de un año, porque nadie más quería llevarlo, y yo renovaba y renovaba el préstamo.
Y el libro encontró la forma de volver a mi, después de tantos años. Para recordarme lo que pensaba y lo que era, y lo que quería hace tanto tanto tiempo. Años después, leo "Mending Wall" de Robert Frost y sigo viendo lo mismo que veía cuando era adolescente, y entiendo que la vida es en esencia la misma en cada década en que uno está. La vida es definir quien uno quiere ser con cada decisión que se toma en el día, es el lograr ganarse un espacio en el mundo con cada persona que uno se encuentra, es la lucha con uno mismo por dejar obra, esa lucha que se libra en silencio. No importa la edad que uno tiene, lo que hace, la posición que tiene: el día a día es tratar de ser humano, una tarea que duele un poco pero que es por lo que nos levantamos cada mañana.
Bueno, solo por completar el post, aquí está "Mending Wall".
MENDING WALL, Robert Frost
Something there is that doesn't love a wall,
That sends the frozen-ground-swell under it,
And spills the upper boulders in the sun,
And makes gaps even two can pass abreast.
The work of hunters is another thing:
I have come after them and made repair
Where they have left not one stone on a stone,
But they would have the rabbit out of hiding,
To please the yelping dogs. The gaps I mean,
No one has seen them made or heard them made,
But at spring mending-time we find them there.
I let my neighbor know beyond the hill;
And on a day we meet to walk the line
And set the wall between us once again.
We keep the wall between us as we go.
To each the boulders that have fallen to each.
And some are loaves and some so nearly balls
We have to use a spell to make them balance:
'Stay where you are until our backs are turned!'
We wear our fingers rough with handling them.
Oh, just another kind of out-door game,
One on a side. It comes to little more:
There where it is we do not need the wall:
He is all pine and I am apple orchard.
My apple trees will never get across
And eat the cones under his pines, I tell him.
He only says, 'Good fences make good neighbors'.
Spring is the mischief in me, and I wonder
If I could put a notion in his head:
'Why do they make good neighbors? Isn't it
Where there are cows?
But here there are no cows.
Before I built a wall I'd ask to know
What I was walling in or walling out,
And to whom I was like to give offence.
Something there is that doesn't love a wall,
That wants it down.' I could say 'Elves' to him,
But it's not elves exactly, and I'd rather
He said it for himself. I see him there
Bringing a stone grasped firmly by the top
In each hand, like an old-stone savage armed.
He moves in darkness as it seems to me~
Not of woods only and the shade of trees.
He will not go behind his father's saying,
And he likes having thought of it so well
He says again, "Good fences make good neighbors."
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