Por muchos años he recitado esto, casi como un mantra, cuando siento que el mundo me abruma. Hoy fue uno de esos días:
13
Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sina solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por si solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro de ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.
Darío Jaramillo Agudelo, Poemas de Amor, El Áncora Editores, Bogotá, 1993.
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